La jubilación ya no es solo un capítulo de descanso: es la oportunidad de diseñar una etapa llena de propósito y estabilidad. A continuación, exploraremos cómo combinar datos económicos y estrategias prácticas para alcanzar una seguridad financiera a largo plazo.
El sistema público de pensiones en España enfrenta enormes desafíos: con más de 9,8 millones de pensiones contributivas en vigor y un gasto mensual cercano a los 13.700 millones de euros, la sostenibilidad está bajo presión.
La pensión media de jubilación ronda los 1.300 € al mes, aunque existen diferencias notables según el régimen:
La diferencia entre la pensión media de nuevas altas (1.200 €) y la media del conjunto (1.300 €) refleja la tendencia al envejecimiento poblacional y las jubilaciones postergadas. La edad media efectiva de retiro supera los 65 años, con un 72 % de jubilaciones demoradas frente a un 28 % anticipadas.
Para 2025, la cuantía máxima anual de la pensión contributiva es de aproximadamente 45.700 €, mientras que la mínima se sitúa cerca de los 9.800 €. Las pensiones no contributivas ofrecen alrededor de 660 € mensuales (7.920 € anuales).
La revalorización anual, ligada al IPC, alcanzó un 2,8 % en 2025, lo que apenas compensa el impacto de una inflación cercana al 3 %, afectando el poder de compra de los jubilados.
La brecha de género en las pensiones es notoria: las mujeres representan el 80 % de las pensiones de viudedad, con una cuantía media de 600 € al mes. Solo unas 200.000 perciben el complemento por brecha de género, con un promedio de 150 € mensuales.
El riesgo de pobreza en la vejez afecta al 30 % de las mujeres, especialmente aquellas con carreras laborales intermitentes o en el régimen de autónomos.
Para complementar la pensión oficial, se aconseja construir ingresos sobre tres pilares fundamentales:
Aunque la pensión pública sea el pilar principal, suele resultar insuficiente para mantener el nivel de vida en ciudades con un coste de vida medio de 1.800 € al mes.
Es crucial anticiparse con planes de pensiones individuales y de empleo. Estos ofrecen:
Otros productos de previsión incluyen planes de previsión asegurados (PPA), PIAS, seguros de ahorro y cuentas de ahorro a largo plazo. Los fondos de inversión también son válidos como vehículo de ahorro, con liquidez y diversificación.
Al llegar al retiro, conviene adoptar una cartera diversificada y equilibrada:
– 60 % en renta fija: bonos soberanos y letras del Tesoro, ofreciendo flujo de caja estable.
– 30 % en renta variable defensiva: fondos de dividendo y mixtos con menor volatilidad.
– 10 % en liquidez: para emergencias inesperadas.
Aunque la jubilación suponga un horizonte de inversión distinto, este puede extenderse 20 o más años, justificando un componente de activos de crecimiento para combatir la inflación.
Convertir capital en rentas es otra vía sólida:
La inversión inmobiliaria orientada al alquiler, ya sea directa o a través de socimis, genera flujos de caja relativamente estables y diversifica el riesgo.
La jubilación activa y parcial permite compatibilizar pensión y empleo. Más de 150.000 pensionistas autónomos siguen trabajando, encontrando en la actividad un sentido de propósito y conexión social.
Formas de actividad recomendadas:
Un presupuesto específico para la jubilación debe contemplar:
Gastos fijos: vivienda, alimentación y suministros. Gastos variables: ocio, viajes y salud. Incluye un colchón para imprevistos, equivalente a seis meses de gastos.
Se recomienda revisar la estrategia al menos una vez al año, ajustando la asignación de activos y los objetivos según cambios en el mercado y en la salud personal.
Los riesgos principales en la jubilación son:
En el ámbito fiscal, conviene escalonar rescates de planes de pensiones para evitar saltar a tramos altos del IRPF y optimizar el tratamiento de plusvalías y rendimientos de capital mobiliario.
La jubilación es una transición vital que va más allá de lo económico. Es momento de dedicar tiempo a proyectos personales, voluntariado, formación continua y al cuidado de la salud física y mental.
Una vida financieramente plena implica alinear el dinero con los valores: tener la libertad de decir “no”, apoyar a familiares, y disfrutar de experiencias significativas sin ansiedad económica constante.
En definitiva, construir una jubilación satisfactoria exige combinar prevención financieramente inteligente con un propósito de vida que trascienda las cifras. Planificar, diversificar y mantener la motivación son las claves para vivir más allá de la pensión.
Referencias